viernes, 30 de noviembre de 2012

Como es un monito de trapo

Hoy he tenido una experiencia religiosa.

Mi humana apareció en casa con cuatro monos de trapo. Todos muy bonitos y llenos de colorido. Y me volví loca. Sin entrar en razones, lo único que quería en ese momento era comer monitos, se me notaba era mi mirada obsesiva.

Y resulta que los monitos no eran para mí, ya tenían dueños asignados: Ernesto, Carlota, Antón y Unax... No habían pensado en mí.

Pero una cosa es la racionalización y otro el impulso animal, así que el hecho de que no fueran de mi propiedad pasó a ser secundario e intenté meter mi morro en su bolsa con insistencia.

Para procurar calmar los ánimos, a mis humanos se les ocurrió hacer un nudo con una toalla vieja, meterla en la bolsa de los monos, y sacarla de allí como si fuera lo mejor que me podía pasar... (Más o menos como nos hacen habitualmente los políticos).

He caído en la trampa, y me he lanzado hacia esa burda imitación de mono de trapo, esmerandome en deshacer su nudo creador.

Ahora ando de aquí para allá con el mono-toalla en la boca, mientras que intento comprender por qué no se acordaron de mí al encargar los verdaderos.

Yo siempre he querido tener un mono bonobo en mi vida. Que se llame Paco.



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