viernes, 13 de abril de 2012

Cómo disfrutar de unas vacaciones (IV) (La Costa Blanca)

Elche me gustó. Me echaron piropos por la calle, pude disfrutar de un paseo por un palmeral, me dejaron acceder al Centro de Acogida de Visitantes y también a L'Alcudia, yacimiento arqueológico donde encontraron a la Dama de Elche.


Lo de pasear por el palmeral me hizo mucha ilusión porque me sirvió para quitarme el mal regusto que me había dejado el otro palmeral, el de Alicante ciudad, donde tenemos prohibida la entrada.
¿Pero para qué sirve un parque público si no lo puedes disfrutar paseando con tu fiel compañero? ¿Cuántos alicantinos no lo pueden visitar? ¿Cuántos turistas se quedan en la puerta?

En el Centro de Acogida de Visitantes de Elche ví un documental sobre la historia de la ciudad. Vaya pantallón! Mucho más grande que la tele de casa! Y es que a mí me gusta ver la televisión. Al principio no entendía de qué iba el asunto y siempre acababa mirando por detrás para descubrir el espacio paralelo donde desaparecían las imágenes. Ahora he perdido un poco el interés, pero las películas de perros sí que me llaman la atención, me las trago desde el primer ladrido hasta el final, moviendo las cejas expresivamente. Sobre todo me gustó Snow Buddies, vaya dramón!.

Una chica muy guapa en el yacimiento donde encontraron a la Dama de Elche me dejó pasar a la zona de excavaciones, pero la Dama Ilicitana me parecíó un animal cornudo, peligroso, y no me quería acercar.




En Alicante ciudad la cosa fue muy distinta; no me dejaron pasar a los exteriores del Castillo y pretendían que me quedara en el coche en un parking sin sombra. Ya  no pido guarderías perrunas como en Francia pero, por favor, un poquito de sensibilización...

Cuando empecé a ver tantos avisos de PERROS NO pensé que había tenido que haber una superoferta de carteles, una promoción de "paga uno y llévate 10", porque aquello no era normal. Creo que se les fue la mano con la cartelería para un concurso de belleza gatuna y decidieron liquidar los stocks...

El idílico camino entre dunas que comunica la Playa de El Pinet con la de La Marina, estaba llena de perros paseando con sus humanos. Todos civilizadamente y saludándose al verse todos los días. Pues el único local con bebidas de la zona, con una amplia terraza exterior sobre la playa, estaba empapelado de papeles restrictivos.

Y también estaba vacío.



Yo no soy economista, ni tampoco muy lista (aunque mi amigo Trajano crea que sí), solo soy una hermosa perrita, pero creo que el dueño de ese local debería recapacitar sobre la cantidad de dinero que pierde al día debido a su extraña obsesión segregatoria. Cuántos humanos de esos que pasean todos los días a sus perros por delante de su terraza pararían a consumir algo.

También tengo que decir sobre este viaje que los parques donde se juntaban los perros, donde por ejemplo conocí a Sito (que quedó embriagado de mi olorcito), estaban rebosantes de boñigas perrunas. Al no haber mucha hierba que los ocultara, las montañas de caca se distinguían llamativamente, avergonzando al más escatológico de mi especie.



En mi humilde opinión de hermosa perrita, me parece que si nuestros humanos recogieran nuestros excrementos más a menudo, nosotros, perros y perras, tendríamos menos problemas para acceder a los espacios públicos.

Aunque tampocono estaría mal que se subvencionaran las bolsas de recogida de caca... porque... ¡Cuánto cagamos!

No hay comentarios: