lunes, 12 de marzo de 2012

Cómo disfrutar de un fin de semana (Fuko, Tobi y Lúa) (I)

Antes de nada quiero disculparme por faltar a la concentración contra la violencia animal de este domingo, pero es que estuve de viaje.

Este finde estuve en A Capela (Coruña). Un sitio muy recomendable. Tiene todo lo que me gusta a mí: grandes espacios abiertos para correr, ríos de aguas vivas pero no profundas para bañarme, palos de árboles autóctonos para destrozar, y... un montón de animales para perseguir...


Compartí viaje con Fuko, un enorme gato de ojos superamarillos y un pelo negro aún más brillante que el mío, que ya es difícil...

No tuvimos mucha relación porque, desde la ventana, me pilló en plena actuación persiguiendo a los gatos de la zona, y se asustó. Fue un momento de debilidad del que me arrepiento, pero que acabó con una posible amistad entre Fuko y yo.


Durante un rato que nos dejaron solos a mitad del camino, Fuko ya me había adelantado que en el sitio a donde íbamos se juntaban más de 4 gatos del vecindario, y también unos cuantos perros. Enseguida me habló de Tobi, su mayor pesadilla desde que había aparecido sigilosamente por detrás mientras que Fuko dormía plácidamente al sol, totalmente relajado. Tobi le dio tal susto que había saltado despavorido, como un resorte, para caer en medio del estanque de los peces; lo que le aterrorizó aún más y le impulso a subirse al tejado del invernadero. Sus humanos tuvieron que bajarle de allí. Fuko no duerme si piensa en Tobi.



Efectivamente, Tobi apareció en cuanto nos oyó llegar, embroncado y con la firme intención de morderme. Al principio me asusté pero luego me empezó a hacer gracia, tan bajito, tan llavero.... Y comencé a amagarle, provocándole para luego esquivarle, hasta que agoté su paciencia.

Luego, de repente, descubrió por algún efluvio que se había enamorado perdidamente de mí, sin poder dejar de gritarlo a las 4 vacas, con extraños sonidos guturales que acompañaba con ojitos de corderito mimosín...

Un poco más tarde, para completar el trío, apareció por allí Lúa que venía a cotillear. Me imagino que saludar con un mordisco será una tradición en la zona, porque también me enseñó su dentura abriéndola con tembleque... Aunque luego resultó ser muy cariñosa, con tendencia a colocarse panza arriba....

Lo que no sabíamos era que los tres íbamos a vivir una experiencia de alto riesgo que nos iba a unir...
(Continúa mañana)

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