lunes, 19 de marzo de 2012

Cómo es el amor a los humanos (I) (Negu)

Negu fue el mayor hallazgo arqueológico de los últimos tiempos, la pieza que nadie esperaba encontrar en aquella excavación en la que se estaba intentando documentar una tumba prehistórica dentro de un cementerio. Porque a Negu le abandonaron allí en medio de aquella intervención arqueológica, a los pocos días de nacer, muy débil y lleno de parásitos.

A pesar de que por haber aparecido en esas circunstancias todo el mundo esperaba que le pusieran de nombre “Indi”, o quizás “Yons”, decidieron llamarle “Negu”, diminutivo de “Negu Gorriak”, por no ponerle directamente Fermín, cantante idolatrado por alguna componente de la familia de adopción... 

”Negu Gorriak”, esa forma tan gráfica de expresar en euskera cómo son las malas etapas, los inviernos rojos, los inviernos crudos…, los tiempos de crisis y recortes como los que estamos pasando ahora… 

No por mucho elegir otro nombre acabaron con la afición de Negu por la arqueología. Pocos paseos dio que no tuvieran como meta un yacimiento arqueológico, y qué capacidad adquirió para distinguir un dolmen de un petroglifo, una hacha paleolítica de una neolítica… Negu tenía una de esas inteligencias que son medio-humanas,… además de mucha picaresca.

Cuando Negu se incorporó a su nuevo hogar descubrió que allí reinaba Misi, una elegante gatita de dos años que le acogió rápidamente como familia. Al verle tan desvalido, Misi fue muy paciente con él, hasta que el perrito creció y se obsesionó con devorar toda la comida que tenía a tiro de pata. Incluyendo la de Misi, costumbre que la gata nunca le perdonó y que acabó con su cariñosa relación.

Y en esa casa de adopción Negu también descubrió el amor a los humanos… 

Al principio no entendía cómo le podía gustar tanto perseguir gaviotas al lado de aquella niña, por qué solo soportaba ir de viaje si se colocaba sobre sus pies, ni tampoco por qué, cuando se tumbaba a comer en su postura preferida de Supercan volando, no era capaz de dejar de mirarla. Era su Lois Lane de Chapela…

La quería tanto, que un día en la playa le regaló una de esas tablas-flotador que usan los humanos para aprender a nadar, sin importarle que le viniera detrás toda una familia corriendo, reclamando su propiedad a gritos. Y que otro día, en esa misma playa, metiera disimuladamente el morro en la cesta de la comida de los de al lado; felizmente se comió todo el relleno de los bocadillos, y muy educadamente les dejó el pan; Negu tenía la intención de llevar a su niña favorita una especial ofrenda de jamón… pero tuvo un momento de debilidad y devoró el regalo.

Sí que era cierto que esa niña era la única que le permitía subirse al sofá, y también que se pasaba las horas esperando a que ella volviera para poder disfrutar de ese privilegio…, pero aquello que Negu sentía por Lucía no era solo agradecimiento, …

… era verdadero amor hacia una humana.



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