jueves, 24 de mayo de 2012

Cómo es ser un galgo

Entre todas las posibles razas o mezcla de razas que a un perro le puede tocar ser en la vida, creo que la peor es la del galgo.

Y no será por lo hermosos que son, tan esbeltos, tan cándidos, con esa expresiva mirada llena de ternura que les caracteriza, y una velocidad al correr que es la envidia de todos los congéneres.

Justamente el don de la rapidez de carrera es la causa de su éxito y de su tragedia. Les felicitan, les recompensan y les idolatran, para luego caer en picado cuando parece que ya no corren tanto, que son inservibles. Les suben hasta lo más alto, hasta el cielo, para luego dejarlos caer desde una rama con una cuerda al cuello.

Si todos los perros podemos sufrir las injusticias, atrocidades y malostratos de los humanos que no son humanos, los galgos son los protagonistas del top-ten de la crueldad: abandonados, ahorcados, mutilados.... No hay sitio en este blog para relatar todas las tragedias que rodean a esos perros, y tampoco soy capaz de mirar las forografías que corren por la red al respecto.

¡Qué horror!

Aún estoy impresionada con la historia  de Campeón, un hermoso galgo que fue arrojado vivo a un pozo vacío por su propietario; y parece ser que no era la primera vez que ese humano recompensaba a sus perros por su esfuerzo de esa manera. ¿He dicho humano?

La verdad, me alegro de no haber nacido galga, tienen demasiada mala suerte,... pero me encantaría poner uno/a en mi vida, aunque me gane corriendo...

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