miércoles, 23 de mayo de 2012

Cómo son los cachorros humanos

Reconozco que a mí me dan miedo los cachorros humanos, esos a los que llaman niños o niñas y que son como humanos diminutos. Me pongo tensa cuando me vienen a acariciar y echaría a correr si pudiera, como hice en Cartagena.

Tengo el vago recuerdo de que en mi anterior familia de humanos, la que un día me dejó abandonada a mi suerte, había un niño. También debía de haber algún hombre con gafas que no me trataba muy bien, porque en cuanto veo alguno así, me acobardo y desconfío de él. Pero ese es otro tema...

Los cachorros de humano son bastante imprevisibles y me asusta no estar preparada para lo que se les ocurra hacerme. Lo mismo te dan un beso que te tiran de una oreja, y esa incertidumbre me estresa.

Pero tengo una prima, Frida, que tiene una relación muy especial con un niño. Ella era la indiscutible reina de la casa cuando apareció Antón y, en vez de celarse, le recibió con las patas abiertas, dispuesta a dar su vida por ese bebé.

Como sus humanos no tenían muy claro cómo iba a llevar Frida su destrone, y teniendo en cuenta que es bastante bruta (como yo) prepararon diferentes barreras físicas para proteger al recién llegado, pero fue tirar el dinero, porque la mejor protección para Antón es justamente Frida.

Ambos son ahora inseparables. Antón llama a Frida para que vele su sueño y Frida busca el olor de Antón por todos los rincones. Siempre pendiente de él, mi prima ha encontrado la profesión de su vida: ser perra-cangura.

Frida se deja hacer, aguantando lo que a su Antón se le ocurra, porque se le ablanda el corazón cuando mira a ese niño tan guapo y simpático que todo lo habla. ¿Dónde va a encontrar mejor amigo?

Hoy han operado a Frida y está convaleciente, pero estoy segura de que ya tiene un enfermerito a su lado, pendiente de ella...

Recupérate Frida!


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